Seguro que muchos de vosotros nos entenderéis: Nos encanta el sashimi, las enchiladas, las gyozas, la pasta fresca y el curry, pero hay veces que hasta nuestros platos preferidos nos resultan algo aburridos…
Y en esos momentos, nos apetece probar cosas nuevas. Así que aceptamos la sugerencia de una de nuestras foodie-recomendadoras de cabecera y nos fuimos a probar el restaurante Volta al Món, en Muntaner 51.
El restaurante es encantador. Pequeño, ideal para una cena romántica, decorado con cariño y buen gusto con artículos comprados en los viajes por el mundo que hacen sus dos propietarios…
Y su carta es toda una sorpresa: No solo porque está basada en propuestas de diferentes gastronomías (contamos que tienen platos de unos 20 países diferentes, desde España hasta Siria, El Líbano o Australia) sino sobre todo porque contiene platos de carnes exóticas que no suelen estar en la carta de los restaurantes de Barcelona, como el cocodrilo, el canguro, la cebra o el camello.
Así que cenar aquí es todo un viaje gastronómico que vale mucho la pena. Es divertido, original, enriquecedor y de lo más curioso.
Os detallamos el nuestro:
Nuestro viaje gastronómico empezó cerca, en Italia, con unas deliciosas berenjenas a la parmesana con mozzarella de búfala, albahaca y tomate.
En seguida cruzamos el charco, hacia Perú: Ceviche de corvina con leche de tigre de maracuyá, maíz, boniato y chips de plátano.
Y desde allí a Hawai para probar el poke de salmón marinado con piña, quinoa y mayonesa de mango.
Lo más exótico estaba por llegar: Aterrizamos en Sudáfrica para probar este solomillo de cebra semiahumado con puré de plátano y cacahuetes. La cebra es similar a la carne de caza. Sabrosa y buena, la verdad es que nos gustó mucho.
Por cierto, el vino que nos recomendó uno de los propietarios, Marcos, también era de Sudáfrica: Un Lyngrove al que notamos un sabor ahumado muy original que nos encantó.
Desde Sudáfrica volamos hasta Zimbaue para probar una especie de lo más exótica: el cocodrilo. Nos lo pusieron con arroz al curry, coco, piña y sésamo y salsa de piña. Tenía un sabor curioso, poco definible, como entre carne y pescado.
Acabamos el viaje con un postre brasileño, el pastel de plátano caramelizado con helado de vainilla.
Y nos despedimos con este pisco. El pisco es el cóctel elaborado a partir del aguardiente típico de Chile y Perú, hecho en este caso con chicha, bebida derivada de la fermentación del maíz.
Nos gustó la experiencia y prometimos volver porque nos quedamos con las ganas de probar otros platos exóticos como el solomillo de canguro con confitura de Kiwi y el kafta de camello, además de platos internacionales más conocidos como el pollo Tikka Masala, de la India, o el pulpo asado con salsa de miso dulce, de Japón.