Nuestra experiencia con la cocina Kosher en el restaurante Shaq Shuq de la calle Ferran empezó con este surtido variado de ensaladas. Todas las verduras, además de las frutas, son kosher, es decir que pueden ser consumidas por los judíos siempre que hayan sido lavadas con minuciosidad y revisadas por un judío.
El surtido de ensaladas cuesta 3,45 euros por persona siempre que después pidáis un plato de carne; si solo pedís ensalada el precio sube: 7,95 por persona.
Probamos también esta otra ensalada, que nos acabó de confirmar cuán de saludable parece ser la dieta kosher… Es una ensalada isralí: Verdura finamente cortada y aceite de oliva.
Tras las ensaladas, nos trajeron un plato de hummus, un plato muy popular en todo Oriente Medio cuyo origen parece ser el Antiguo Egipto. Como curiosidad, dejadnos deciros que la palabra “hummus”, en árabe, significa simplemente “garbanzo”. Además del hummus tradicional, en el Shaq Shuq hacen hummus de más tipos: Con carne de ternera picada, aceite de oliva y pimiento dulce y con champiñones, aceite de oliva y pimiento dulce.
Esto es un plato de coliflor crujiente con base de tahina y pepitas de granada.
Probamos también las brochetas. Las acompañan con verduras a la brasa y las hacen de kebab, de hígado de pollo, de pargiut, de asado de carne roja, de entrecot, de cordero, de costillas de cordero y de alitas de pollo.
También nos trajeron un plato especialmente recomendado por el chef, un judío de Uzbekistan enamorado de esta receta de origen caucásico. Es un arroz pilaf: Arroz con hortalizas, diferentes tipos de carne y algo de picante. En uzbeko este plato se llama “plov” y en 2016 las Repúblicas ex soviéticas de Uzbekistán y de Tayikistán lo inscribieron en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. El secreto del plato, según nos explicaron en el restaurante, es el color: El plov tiene que tener, exactamente, este tono marrón. Si tira a naranja o es algo más pálido quiere decir que el plov no está tan bien trabajado.
Por último, os dejamos la imagen de los postres que probamos. Hechos, claro, con leches alternativas a la leche de vaca: leche de soja y leche de coco. Recordemos que el judaísmo no permite que en un mismo habitáculo se trabaje con carne y con productos lácteos y que un judío debe esperar horas antes de tomar leche si ha tomado carne.
Si queréis saber más sobre la cocina kosher podéis leer este otro post escrito por nosotras sobre la cultura judía y, por supuesto, podéis ir a comer o a cenar al Shaq Shuq. Aviso: Cierra el viernes por la noche y el sábado a mediodía para respetar el Sabbat, el día sagrado en la cultura judía.
Enseñaron nuestros Sabios: «Todos aquel que ora en la víspera del Shabat y recita el pasaje de las Escrituras, ‘Y fueron acabados los cielos e la tierra’ (Génesis 2:1-3) es considerado como si fuese socio del Santo, bendito sea, en la obra de la Creación…»