En los Juegos Olímpicos de México en 1968, un tipo raro, un tal Dick Fosbury, revolucionó la disciplina del salto de altura siendo el primer atleta en saltar de espaldas. Hasta esa fecha, todos trataban de superar el listón saltando de cara, una técnica mucho menos efectiva.
De ahí que el apellido Fosbury esté vinculado al riesgo, la superación, la innovación y el éxito. Con esas premisas un emprendedor aragonés enamorado de Castelldefels abrió en 2012 un restaurante en el Paseo Marítimo, ya cerca de Port Ginesta, y lo bautizó como “Fosbury Café”.
El Fosbury Café es un restaurante de aire ibicenco (decorado con elementos chic, maderas, tonos blancos…) cuya propuesta gastronómica se basa en la cocina mediterránea tradicional y se abre a platos de cocina fusión.
Pese a que el plato estrella de su carta son los arroces (es lo que más sale de su cocina), nosotras quisimos pedir unas tapas y un pescadito.
Probamos el ceviche de corvina con vieiras y gambas. Lo marinan con lima y el cilantro y la pimienta de Jamaica le dan un toque exótico.
De sus sugerencias, elegimos una tapa de sardina ahumada. Delicada, potente de sabor, muy buena.
Completamos el ágape con un tradicional suquet de rape con patatas. Nos gustó mucho tanto el pescado como la picada.
Os dejamos la ubicación del Fosbury, un buen ejemplo del tipo de restaurantes que está cambiando la fisonomía de Castelldefels y dándole un aire ibicenco por lo que transmite de paz, relax y buen rollo en un ambiente de semilujo asequible, si es que el concepto, más allá de la paradoja, tiene algún sentido.