“Para encontrarte a ti mismo, piensa por ti mismo”, decía Sócrates allá por el siglo V antes de Cristo. El filósofo griego predicaba en tierra yerma y su mensaje cayó en saco roto: Sus contemporáneos, la mayoría de ellos, no estaban por la labor de atreverse a pensar.
Alrededor de esta idea gira “Sócrates: Juicio y muerte de un ciudadano”, dirigida por Mario Gas y coescrita por él mismo junto a Alberto Iglesias. La obra, protagonizada por Josep Maria Pou en el papel de Sócrates, ha estado durante más de dos años de gira por España y ahora, por tercera vez, ha recalado en el Teatro Romea de Barcelona, donde estará hasta el 23 de abril.
Foto: David Ruano
Sócrates fue condenado a muerte por negar los dioses griegos y corromper a la juventud. Lo que en realidad hacía, sin embargo, era dudar de las verdades establecidas y del pensamiento único.
Su método, conocido en términos filosóficos como mayéutica, consistía en lograr que su interlocutor descubriera sus propias verdades a través de las preguntas, ponerlo todo en tela de juicio para construir certezas sobres estos escombros (construir sobre lo deconstruido, diríamos en términos más modernos).
Pero es bien sabido que al poder (al de la Grecia antigua y al actual) no le gusta que los ciudadanos se hagan demasiadas preguntas. Mejor que se crean las verdades oficiales (qué actual es esto, ¿verdad?). Por eso Sócrates era un personaje mal visto al que era mejor eliminar. Muerto el perro…
Toda esta realidad corrompida es la que Gas, Iglesias y Pou retratan en esta obra. Una obra que no puede ser más vigente pese a hablarnos, aparentemente, de la Grecia antigua. “Avergonzaos de no pensar en otra cosa más que en amontonar riquezas y en despreciar los verdaderos tesoros de la verdad y la sabiduría”, espeta Sócrates a sus congéneres, una denuncia que a Josep Maria Pou le encanta y que le gustaría decirle a más de uno…
Y es que la Grecia que describe Sócrates se parece mucho al mundo actual. Un mundo de “corrupción, ocultación y partitocracia”, en el que sólo los idiotas hablan con seguridad mientras los inteligentes, los que buscan la verdad, se plantean dudas que no están al alcance de los idiotas.
Pou, junto al actor Carles Canut, recientemente nombrado director del Teatro Romea.
Sócrates, que confiaba, o deseaba confiar, en la democracia, no confiaba en los demócratas. Porque son las personas, egoístas, corruptas y cobardes, los que hacen fallar la democracia. Creen saberlo todo cuando en realidad poco saben. Y esconden su ignorancia aparentando saberlo todo, incapaces de asumir con humildad que «sólo sé que no se nada», la cita atribuida a Sócrates (y que quizás no dijo) con la que ha pasado a la historia.
Qué poco ha cambiado el mundo en 2.500 años.
Descúbrelo en el Romea:
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