¿Os ha pasado alguna vez que quedáis para cenar con alguien a quien hace tiempo que no veis pero a media cena os dais cuenta de que algo de feeling ha desaparecido, que ya no es como antes?
Pues algo parecido nos pasó con el restaurante Rojo de la Diagonal (Grupo Tragaluz, Negro- Rojo). Recordábamos haber ido bastantes veces hace algunos años, y siempre nos había parecido un magnífico restaurante. Era la época en que había menos restaurantes japoneses en Barcelona y cenar en uno de ellos era bastante menos habitual de lo que lo es ahora.
El Rojo sigue siendo un buen restaurante japonés, pero difícilmente puede competir con restaurantes de cocina japonesa más originales, más creativos, más lujosos o, simplemente, más baratos. Prueba de ello es que ninguno de los rankings de “mejores restaurantes japoneses de Barcelona” que hemos consultado lo incluye en su selección. Ni Tripadvisor ni Time Out ni Dolce City ni Minube… Visto lo visto, el Rojo es un japonés más, que no despunta. No así El Japonés, el otro restaurante dedicado a la cocina nipona del grupo Tragaluz, ubicado en el passatge de la Concepció.
Por su ubicación, en la Diagonal, frente a L’Illa, tiene competencia: Por un lado, el Ikibana de Sarrià (más caro, pero también más lujoso y original); por el otro, el Miss Sushi de los jardines del interior de L’Illa (más barato y también más divertido).
El Rojo, como explicábamos en el post anterior, comparte espacio con el Negro, un restaurante de cocina internacional. El Negro ocupa la parte de arriba mientras que El Rojo está en el piso inferior, con una decoración algo más sobria y fría, menos acogedora también.
Pero vayamos a su carta. Empezamos probando unas ostras con ikura y ponzu a las que les faltaba sabor.
Continuamos con unos niguiris de toro soasado que nos recomendó la camarera, unos gunkan de steak tartar con cebolla crujiente y unos rollitos de salmón. Correctos.
Rematamos con un tataki de atún y aguacate con salsa de shio kagen.
Los platos eran aceptablemente buenos, pero no nos enamoraron como para volver. Y eso, en un momento en que tantos chefs en Barcelona consiguen ofrecer platos alegremente creativos y suculentamente deliciosos, dejando un poso de ellos en cada combinación, es muy peligroso.