Los Tainos fueron una tribu precolombina que llegó a las Bahamas y Las Antillas procedente de América del Sur. Agricultores, monoteístas, animistas y aficionados, como los mayas, al juego de pelota, quizás os interese saber que cuando usáis palabras como cayuco, canoa, macuto o piragua estáis utilizando palabras de origen taino. ¿Y todo esto qué?, tal vez os preguntáis.
Pues que nos resultaba curioso el nombre del último restaurante que nos ha gustado, el Passatge Tainos – L’Ambigú, en el carrer Parlament, y no quisimos quedarnos con la duda. Resulta que Tainos era el nombre de la tienda dedicada a la importación de máscaras indígenas y artesanía que los propietarios del restaurante abrieron hace 20 años y cuyo espíritu han querido mantener en Passatge Tainos. Al recuerdo indígena le han sumado el “Ambigú” (bar del teatro), por las salas de yoga, danza y teatro que había cuando se abrió el local hace dos años.
La suma, un curioso doble nombre para un restaurante que aúna una buena cocina con una estupenda decoración. Lámparas, espejos y muebles de estilo antiguo (hasta una mecedora) que han sabido dar al Passatge Tainos un cierto airé a café francés de lo más seductor.
No es lo único del Passatge Tainos – L’Ambigú que nos llamó la atención (y para bien). Como somos de ideas fijas, es difícil que no pidamos pollo al curry con arroz basmati cuando lo vemos en la carta. El del Passatge Tainos es diferente. No es el curry elaborado con polvo o pasta de curry que habitualmente encontramos en la mayoría de asiáticos sino un curry casero cuyo secreto, quizás, sea el jengibre.
Además del curry, pedimos también una deliciosa sardina ahumada con orégano, cebollita y piñones, una ensalada de corazones de alcachofa con patatas, rúcula y alioli de alcaparras y unas endivias gratinadas con queso azul.
Todo maridado con un Gotim Bru de la bodega catalana Castell del Remei, un tinto con 10 meses en barrica de roble americano y francés.
Salimos del Passatge Tainos con buen sabor de boca y la intención de volver pero con un poco de bajón porque era domingo por la noche y al día siguiente había que madrugar. ¿Bajón? Quizás nos convenía recordar la frase que antes de cenar habíamos leído en el cuadro del baño: «Puedes quejarte porque la rosa tiene un tallo lleno de espinas o puedes alegrarte porque ese mismo tallo tiene una espléndida rosa. Todo depende de cómo lo quieras mirar».
Pues eso. La copa, siempre llena. Y el tallo, con una espléndida rosa. ¿Verdad?