La luz propia del restaurante Gado Gado

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Hay un cuento tradicional tailandés que gira alrededor de una pequeña luciérnaga. La pequeña luciérnaga vive en una comunidad con otras luciérnagas dentro de un gigantesco lampati, que es uno de los árboles más antiguos de Tailandia. Cuando cae la noche, todas las luciérnagas salen a mostrar su luz y a brillar en medio de la oscuridad, pero la pequeña luciérnaga no lo hace. Insisten e insisten, pero ella nunca sale. Un día, su abuela le pregunta el porqué y ella responde que no sale porque su pequeña luz nunca podrá brillar tanto como la de la luna. La abuela se sorprende, y le dice que eso no es así, que la luna brilla a veces mucho, otras poco, a veces ni siquiera se ve, pero que su luz, la luz de la pequeña luciérnaga, siempre puede brillar en toda su intensidad. Ese día, la pequeña luciérnaga entiende que cada uno debe hacer brillar su propia luz, mostrando a los demás lo mejor de sí mismo, que siempre es mucho.

Probablemente si vais al restaurante Gago Gado de Barcelona (carrer de l’Or 21), un restaurante de comida tailandesa e indonesia, no os contarán este cuento. Pero os mostrarán un poco, mucho, de su propia luz. Hay en Barcelona luciérnagas con más luz; hay, a nuestro entender, mejores restaurantes asiáticos que el Gado Gado (pienso en el Momos, la joya de la cocina asiática de Barcelona a nuestro entender), pero el Gado-Gado también tiene su luz. Luz propia por su local, pequeño, íntimo, situado en una pequeña calle de Gràcia, y también por su carta.

Comimos unos rollitos de pollo con salsa agridulce muy recomendables con unos fideos de arroz (pad thai) bastante sabrosos. Siendo un tailandés, era obligado probar su curry verde, un plato que en Tailandia suele estar regado con abundante leche de coco. Nos quedamos con ganas de probar el plato que da nombre al restaurante, el Gado-gado, un plato tradicional de la cocina indonesa, elaborado con diferentes verduras típicas de la región aliñadas como ensalada con cacahuetes y salsas diversas. Si hay una próxima vez, es de elección obligada.

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Rollitos del Gado-Gado.
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Pollo al curry verde

Nuestra cena en Gado-Gado, que nos salió por menos de 20 euros por persona, tiene un “pero”: El vino de la casa que pedimos, un Penedès que más que joven parecía adolescente, deja mucho que desear. La próxima vez habrá que probar con un Rioja algo más caro, seguramente una mejor opción dentro de una carta de vinos algo escasa.

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2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Alicia dice:

    Me ha encantado el cuento y me ha dado hambre el comentario. Me lo apunto para mi próxima visita a Barcelona

  2. La presentación de la comida tiene muy buena pinta.

    Tendremos que visitarlo para ver si nos encanta su ambiente como comentas.

    Ya os contaremos como ha ido la visita.

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